domingo, 8 de marzo de 2009

DE MEDALLAS Y ESAS COSAS


A Rivera Ordóñez le dan la Medalla de Oro de las Bellas Artes y en el planeta de los toros se forma la mundial. Lo más gracioso es que por todas partes surgen ahora defensores del “arte”. No está claro que la medallita de marras tenga que ser sólo para toreros que tiren pellizcos con sus trastos, pues si así fuese, sólo se justificarían las de Curro Romero, Rafael de Paula y pocas más. Aunque a cada uno le pellizca una determinada manera de torear ¿O la medalla premia una trayectoria en la ejecución del arte de torear –sin que necesariamente tenga que ser con eso que los exquisitos llaman “arte”-? Muchas veces creo que eso del “arte” es una excusa para no arrimarse, para estar esperando a que el sorteo envíe un toro noble y pastueño con el que soñar el toreo, y pasaportar rápidamente y de cualquier forma a los demás. También admito que es una "excusa" para emocionarse, pero no la única via, ya que también existe la emoción de la gesta a costa de jugársela como, por poner un ejemplo, aquella tarde otoñal de Robleño con los adolfos en Madrid.
En estos tiempos en que el Gobierno parece no ver bien a la Fiesta Nacional, ninguneándola en la televisión pública, tratando de impedir el acceso de menores a las plazas para evitar que en el futuro haya aficionados, gravándola con impuestos superiores a otros espectáculos, no parece oportuno que para un reconocimiento que le dan a un torero, se líen la manta a la cabeza y arremetan unos contra los que conceden los premios y otros contra el premiado.
A fin de cuentas, sobrevivir en los carteles de las ferias durante tantos años como lo lleva haciendo Rivera Ordóñez también tiene su mérito, y especialmente por que sigue llevando gente a las plazas en donde torea. No tenemos más que ver como en Gijón la mejor entrada de cada feria suele ser la tarde en que él actúa. En Oviedo formó parte del cartel que consiguió un histórico “no hay billetes”.
Seguro que los del jurado que se ocupa de estas medallas tendrán claro que hacer el año que viene, ignorar al toreo y ahorrar costes –que viene muy bien en tiempos de crisis- fundiendo de nuevo esas medallas que van a ser devueltas.
Ahora que lo pienso, sería entretenido que los toreros devolviesen los trofeos de las Peñas cuando no están de acuerdo con los que se concedan en años sucesivos. Así podrían los peñistas cambiarles la plaquita y ahorrarse una pasta. O tal vez, comprar los trofeos en El Corte Inglés -¿no dice Molés que menos torería venden de todo?-, llegar alli diciendo que fulano no quedó satisfecho y así que les devuelvan su dinero
Fco. Solano

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